“Y fueron felices y comieron
perdices”.
…
Vaya final sin
sentido, ¿no creen? Perdices eh… Hmmm… Perdices. Pues, ¿sabes qué les digo? Que
a mí las perdices ni me van ni me vienen. ¿Por qué esa manía en los cuentos
infantiles de hacerle creer a los niños que desde que eres feliz ya se acabó
todo? Al menos es lo que yo entiendo. Además, también podría quejarme de que
los finales sean felices, pero se entiende que a un niño no le vas a contar un
cuento que acabe como “La Matanza de Texas”.
Ser feliz no
debería suponer un final, porque justo cuando empiezas a conseguir cosas buenas
como un chico que te quiera, casarte, encontrar a algún miembro de tu familia,
o cualquier otra cosa que cause alegría; veo tonto que se acabe, ahora, que
puedes empezar a disfrutar se acaba. Me niego en rotundo a eso. Hay
experiencias duras y difíciles que hay que vivir, pero como dice una frase
célebre “Antes del arco iris, tiene que llover”. Si de verdad queremos ese supuesto
final feliz, no deberíamos rendirnos frente a una situación complicada.
Volviendo a
las famosas perdices, ¿cuándo realmente podemos dar por acabada una historia,
una vida, un ciclo? Para responder a esta pregunta hay muchas teorías en las
que no me gustaría entrar, no obstante, la felicidad, repito, no debería de ser
un final, todo lo contrario, debería ser un comienzo. Porque sí, porque nos lo
merecemos, ya pasamos la lluvia y nos toca disfrutar de ese arco iris prometido.
Bueno eso ha sido todo, como les dije al principio espero que hayan desconectado y hayan reflexionado un poco junto a mí. Un abrazo muy grande a todos aquellos que lean esta entrada después de tanto silencio en el blog!!! Hasta prontoo ;)
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